martes, 5 de octubre de 2010

¿Nos sirve de algo la moral?

Es fácil identificar en una plática o encuesta rápida entre conocidos, la creencia generalizada de que la moral es un asunto relacionado con la religión como un sistema de control sobre los creyentes. Este pensamiento tiene su fundamento en la ya añeja influencia liberal en la educación, de los medios de comunicación, los círculos de poder (de izquierda, particularmente), etc. Sin embargo, creo que ese punto de vista no valora la moral en su aporte real a nuestra sociedad y convivencia.

El hombre es un ser libre, pero la libertad absoluta e ilimitada es imposible. Y es la moral que establece límites de la libertad de uno en beneficio del otro. Sin moral la autoridad terminaría en dictadura; la medicina sería solo comercio; la verdad y la mentira tendrían el mismo valor; la mujer pasaría de persona a objeto de placer; la sexualidad perdería su dignidad; la paternidad y la maternidad se reducirían a un conjunto de obligaciones molestas; no habría diferencia entre noviazgo y promiscuidad; ninguna guerra sería injusta, y si lo fuera, no sería mala, pues la maldad y la bondad son conceptos morales, no jurídicos, etc.

Y es que no basta el marco legal de la sociedad para delimitar el actuar de las personas, debido a que muchos conceptos y determinaciones de las leyes no son moralmente lícitas. Tampoco es suficiente la ética o los valores civiles que nos puede proporcionar la educación institucional, puesto que el corazón del hombre no se sujeta siempre a estas normas de conducta. La moral tiene su fundamento en la conciencia, la cual, al tener su sitio en el yo íntimo de la persona, implica mayor convicción y adhesión.

Todo esto a colación de la concesión del premio Nobel de medicina a Robert Edwards por sus investigaciones en la fertilización in Vitro. No se trata de menospreciar el trabajo del Sr. Edwards, puesto que ha aportado mucho al campo de la reproducción humana. Muchas parejas han concebido a través de este procedimiento, pero a costa del debilitamiento de la dignidad de la persona humana. Millones de embriones han sido creados y eliminados en estos procedimientos, como si se tratara de animales experimentales especialmente en las primeras etapas. Con esto, los embriones son vistos como bienes, en vez de individuos humanos.

Reconozco el dolor que implica la infertilidad, algunos amigos muy queridos se encuentran en tal situación, pero la investigación y tratamientos para la infertilidad deben respetar la dignidad del embrión humano, solo por ser humano. Vaya ¡incluso los estudios sobre efectos y mecanismos de las drogas se realizan con ratas de laboratorio! Si no se tienen en cuenta aspectos morales, no se tardarían los estudios de este tipo directamente en humanos (tampoco soy ingenuo, ocurren éstos, como ha salido a la luz pública respecto a experimentos del gobierno estadounidense en décadas recientes con guatemaltecos la infectarles de sífilis).

Actualmente, con la fertilización In Vitro, existe un mercado de embriones humanos congelados que esperan ser colocados en un útero, ser usados en investigaciones o simplemente ser destruidos. Estamos hablando de vidas humanas.

En fin, este es un asunto de límites entre libertad y libertinaje. No se trata de motivos religiosos, que por si mismos tienen peso específico, sino de humanidad. ¿Cuál es el límite del actuar del hombre si no existiera la moral?

Por otra parte, a mi parecer, se trata de una decisión ideológica (políticamente correcta o de moda) del comité Nobel, ya que había otras opciones para otorgar este premio, como a McCullock y Till, descubridores de las células estaminales; o Yamanaka, el primero en crear una célula pluripotente inducida a partir de las células ratones.

Necesitamos re-educarnos en la moralidad como sociedad.


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