Imangen tomada de: http://www.latremendacorte.info/
¿Por qué un país es reconocido como progresista o moderno cuando da pasos hacia una ideología predominantemente aceptada y fomentada? Creo que la respuesta está incluida en la misma pregunta. Si seguimos como país la tendencia internacional pareciera que todo está bien, que somos modelo de modernidad y democracia. Es cierto que esto es así para aspectos relacionados con los derechos humanos y justicia, por ejemplo, pero no me parece que resulte aplicable para todos los tópicos. Particularmente porque cabe preguntarse ¿qué o quienes dictan cuáles son las tendencias internacionales que deben seguirse?
Grupos de presión internacional tienen la capacidad política, logística y económica para dictaminar lo que debe considerarse en las políticas nacionales. Es el caso de los llamados “derechos de los homosexuales”.
Lo anterior a raíz de lo que se discute en estos días en la Suprema Corte, respecto a los denominados “matrimonios homosexuales”. Siete ministros se pronunciaron ayer a favor de que las autoridades de los treinta y un estados reconozcan los llamados matrimonios homosexuales, aunque este no sea un motivo de discusión actual en las otras entidades federativas de nuestro país, sino un tema de interés político particular del Distrito Federal (D.F.).
Lo interesante del caso es que la democracia tiene colores. En el D.F., la izquierda tiene compromisos reales con lo que consideran derechos de las minorías y los grupos marginados, pero no se ven cuestiones concretadas de su parte a favor de los niños y mujeres golpeadas, los indígenas marginados, u otros temas importantes de interés prioritario para la población, tales como la seguridad pública.
Soy convencido del valor y defensa que debe ser por naturaleza concedida a la familia y la vida. A priori no puedo consentir la postura que muestra la izquierda amarilla en tales aspectos.
En algunos estados de la República Mexicana gobierna la llamada derecha, más conservadora en estos temas. En otras entidades gobierna el llamado partido de “centro moderno”, como les ha dado por autonombrarse al anquilosado rojo; con estos, nunca se sabe, actúan según la dirección de los vientos y les convenga.
Toda esta liberación personal, cuasiblasflemias políticas, para aclarar que aunque la Suprema Corte lo considere, no es interés de toda la federación el legislar en la materia. Sabemos que el DF es laboratorio de ensayo para cuestiones espinosas y muy discutibles, que sin duda se aprueban por mayoría legislativa amarilla. Para desgracia de nuestra cultura, lo que en el DF se propone desde el punto de vista político, pretende después implementarse en el interior del país. Espero que las corrientes políticas en cada Estado, actúen con madurez y criterios propios y no solo por seguir las tendencias “modernas” que muchas veces contravienen el sentir de la mayoría de la población.
Respeto los anhelos y los derechos que como personas les son inherentes a los homosexuales. Pero también respeto el derecho de los niños sin padres, para tener un padre varón y una madre mujer. Este es mi único alcance en este tema.
¿Cuál es el papel de la moral en la dictaminación de leyes u otro elemento del marco legal? ¿Cuál es el futuro de una cultura que no valora y da peso adecuado a la moral?
Como siempre, esta es una opinión personal. Saludos cordiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario