jueves, 12 de agosto de 2010

“FILOSOFÍA DOMÉSTICA” 1: EL RATÓN DE LOS DIENTES


A mi hijo se le ha caído su primer diente, o mejor dicho, se lo hemos quitado. Vieja técnica esa rudimentaria, salvaje y efectiva del hilo en el diente. Si, creo que es un poco cruel, pero ampliamente usada en nuestro medio y repito, muy efectiva.

Como resulta tradición, para compensar el trago amargo de la pérdida y el instante de sufrimiento, él sabe que mientras duerme por la noche vendrá el ratón de los dientes y dejará unas monedas a cambio de su prenda ósea.

Sin embargo, dentro de su inocencia, me ha metido en un problemita casero con su pregunta: papá, ¿por qué viene el ratón por el diente? ¿para qué lo quiere? Vaya, cada vez me convenzo más que los niños de cada generación posterior vienen “corregidos y aumentados”. Rápidamente por mi mente pasaron probables respuestas: no sé, los colecciona, los guarda, etc. No fue fácil, me confieso novato en el tema; ojala hubiera estudiado un diplomado sobre el ratón de los dientes.

Creo que es necesario y benéfico mantener la inocencia, fantasía y sencillez en los niños. La fantasía del ratón de los dientes es buena en cuanto que reduce el miedo de los hijos y compensa un poco cuando hay dolor por la extracción. Entre otras cosas, me parece también una forma lúdica para que los niños lo comprendan como un suceso natural, ordinario e inevitable. Cuando ocurra la siguiente ocasión de reemplazo de diente, será más llevadero.

Habrá quienes piensen que es inadecuado inculcarles fantasías como esas a los hijos, pero me parece que cada etapa de la vida tiene sus propias bondades y exigencias. La niñez debe ser alimentada con sueños, fantasías y retos conforme a la madurez de cada niño. Después de todo, para ser más serios, racionales y directos, habrá tiempo.

Ah, respecto a la respuesta, creo que salí más o menos bien librado. Ante la mirada insistente, curiosa y exigente de mi hijo, hice lo mejor que pude. Por el momento creo que no dudará en preguntarme en otras ocasiones lo que se le ocurra. Eso es bueno. Quizá cuente en otra ocasión la respuesta, por ahora prefiero dejarla al ingenio de cada quien.

Viva la inocencia y sencillez de la infancia. Protejámosla. Saludos cordiales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario